VUELA como casi siempre la Generalitat, que en nuevo alarde de anexionismo no se ruboriza al incorporar a la enciclopedia del deporte catalán –Enciclopedia de l’Esport Catalá- a figuras de la talla de los montisonenses Conchita Martínez y Javier Moracho, o deportistas como Carmen Valero o Juan Antonio San Epifanio, Epi, o futbolistas como Víctor Muñoz. Al fin y al cabo, los promotores de la iniciativa -respaldados por el Gobierno de la Generalitat- consideran deportista catalán al que ha desarrollado su carrera en Cataluña y ha conseguido allí sus éxitos deportivos.
En el acto de presentación, el Ejecutivo catalán explicaba que el trabajo reconoce no solo a personas nacidas en Cataluña, sino también a quienes han destacado en la práctica deportiva en clubes o entidades deportivas vinculadas de una u otra forma a la comunidad. Que pasan a ser historia del deporte catalán.
La puesta de largo, hace apenas unas semanas, supuso sobre todo una reivindicación del deporte catalán con marcados ribetes políticos y la voluntad de encender la polémica sobre la participación de Cataluña en eventos de orden internacional.
Refrendaba el consejero Homs que en el deporte, al igual que en otros ámbitos, Cataluña «es una nación sin estado: No podemos competir por motivos políticos, no deportivos».
Duele ver una nueva apropiación de los valores genuinamente aragoneses. Un nuevo gesto de expansionismo en la alargada lista de iniciativas promovidas desde la comunidad vecina.
Pero duele sin duda más analizar la desatención profunda de nuestras instituciones hacia la actividad deportiva en general y hacia aquellos que han hecho grande el deporte aragonés en particular.
Hace ya años que esta actividad es una especie de fantasma en el Ejecutivo aragonés, perdida al final de una alargada lista de nombres, hoy en la Consejería de Educación, Cultura, Universidad y Deporte; que ha enclaustrado el deporte, lo ha dejado morir sin piedad, en una agonía terrible para quienes aman y conocen su trascendencia.
En este panorama desolador, Cataluña vuelve a aprovecharse de la falta de competencia de los gestores aragoneses , profundos desconocedores del deporte y su relieve para brindar a nuestros deportistas un reconocimiento que se hace rácano en su propia casa.
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